Comprendiendo el trastorno bipolar
Autora: Joaquina Lloreda Morillo
Psiquiatra. Unidad de Salud Psicológica
El trastorno bipolar es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por cambios extremos y cíclicos en el estado de ánimo. Las personas con trastorno bipolar experimentan episodios de manía, donde se sienten eufóricas, energéticas y tienen un aumento en la actividad y la impulsividad, seguidos de episodios de depresión, donde se sienten tristes, desesperanzadas y tienen una disminución en la energía y la motivación.
Hay varios tipos de trastorno bipolar, que se diferencian por la severidad de los episodios maníacos y depresivos. El trastorno bipolar tipo I se caracteriza por episodios maníacos graves que pueden incluir síntomas psicóticos, mientras que el trastorno bipolar tipo II implica episodios depresivos mayores y episodios hipomaníacos más leves.
Aunque las causas exactas del trastorno bipolar no se conocen completamente, se cree que hay una combinación de factores genéticos, químicos y ambientales que contribuyen a su desarrollo. Los desequilibrios en los neurotransmisores, como la dopamina y la serotonina, pueden desempeñar un papel importante en los cambios de humor.
El diagnóstico del trastorno bipolar se basa en la evaluación de los síntomas y la historia clínica del individuo. El tratamiento del trastorno bipolar generalmente implica una combinación de medicamentos estabilizadores del estado de ánimo, como los estabilizadores del ánimo y los antipsicóticos, y la psicoterapia. El objetivo del tratamiento es controlar los síntomas, prevenir recaídas y ayudar a la persona a llevar una vida equilibrada.
Es importante destacar que el trastorno bipolar es una condición crónica y requiere un manejo continuo. Aquellos que viven con trastorno bipolar pueden beneficiarse de establecer rutinas regulares, mantener una buena higiene del sueño, evitar el estrés excesivo y el consumo de sustancias, y buscar apoyo de profesionales de la salud mental y seres queridos.
Si tú o alguien que conoces está experimentando síntomas de trastorno bipolar, es fundamental buscar ayuda médica para recibir un diagnóstico adecuado y desarrollar un plan de tratamiento personalizado.
Algunos mitos del suicidio
Autora: Joaquina Lloreda Morillo (Psiquiatra)
A propósito del Día Mundial para la prevención del suicidio, uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta es la necesidad, refrendada por numerosa evidencia científica, de dar visibilidad al tema, perder el miedo a hablar de ello, facilitar a las personas la información sobre recursos disponibles para obtener ayuda…
Existen numerosos mitos (en realidad, falsedades) alrededor del suicidio y de las ideas suicidas. Durante décadas se ha considerado un tema “tabú”, del que no era adecuado hablar, y que generaba en la persona y/ó sus allegados importantes sentimientos de vergüenza y culpa. Vamos a repasar algunos de ellos:
Quienes hablan de suicidio no tienen la intención de cometerlo.
FALSO
Quienes hablan de suicidio pueden estar pidiendo así ayuda o apoyo. Un número significativo de personas que contemplan el suicidio presentan ansiedad, depresión y desesperanza y pueden considerar que carecen de otra opción.
La mayoría de los suicidios suceden repentinamente, sin advertencia previa.
FALSO
La mayoría de los suicidios han ido precedidos de signos de advertencia verbal o conductual. Desde luego, algunos suicidios se cometen si advertencia previa. Pero es importante conocer los signos de advertencia y tenerlos presente.
El suicida está decidido a morir.
FALSO
Por el contrario, los suicidas suelen ser ambivalentes acerca de la vida o la muerte. Alguien puede actuar impulsivamente al beber plaguicidas, por ejemplo, y morir unos pocos días después, aunque hubiera preferido seguir viviendo. El acceso al apoyo emocional en el momento propicio puede prevenir el suicidio.
Solo las personas con trastornos mentales son suicidas.
FALSO
El comportamiento suicida indica una infelicidad profunda, pero no necesariamente un trastorno mental. Muchas personas que viven con trastornos mentales no son afectadas por el comportamiento suicida, y no todas las personas que se quitan la vida tienen un trastorno mental.
Hablar del suicidio es una mala idea y puede interpretarse como estímulo.
FALSO
Dado el estigma generalizado alrededor del suicidio, la mayoría de las personas que contemplan el suicidio no saben con quién hablar. En lugar de fomentar el comportamiento suicida, hablar abiertamente puede dar a una persona otras opciones o tiempo para reflexionar sobre su decisión, previniendo así el suicidio.
Quien haya sido suicida alguna vez, nunca dejará de serlo.
FALSO
El mayor riesgo de suicidio suele ser de corto plazo y específico según la situación. Aunque los pensamientos suicidas pueden regresar, no son permanentes, y quien haya tenido pensamientos e intentos suicidas puede llevar después una larga vida.